SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI

(Jn.6, 51-59)

La Solemnidad de Corpus Christi es una de las fiestas más antiguas de la Iglesia se remonta al siglo XIII. Dos eventos extraordinarios contribuyeron a la institución de la fiesta: Las visiones de Santa Juliana de Mont Cornillon y El milagro Eucarístico de Bolsena/Orvieto.
Este es un día especial en el cual como verdaderos Cristianos reconocemos la divinidad y presencia real de Jesús en este Santo Sacramento de forma pública, y sin ningún reparo.
La Eucaristía es el mejor medio que tenemos para alimentar y conservar nuestra vida divina. El cuerpo y la sangre de Cristo es nuestro primer manantial de vida eterna.
La eucaristía no es una simple conmemoración histórica, sino presencia de Cristo muerto y resucitado, sacrificio relacionado con el de Cristo en la cruz y reactualizado bajo el velo de los símbolos. La fiesta del Corpus recuerda y celebra esta presencia real de Cristo en el sacramento central, que se guarda en el sagrario para los enfermos y caminantes como viático y que se adora la luz de la celebración del memorial eucarístico
El Vaticano II puso de relieve nuevos aspectos de la eucaristía como banquete fraternal, memorial del Señor y acción de gracias, sin olvidar los acentos antiguos de sacramento, sacrificio y presencia real. Se propuso que el pueblo participase «activa, plena y conscientemente», para lo cual se dispuso que todo se hiciese en la lengua del pueblo, con selección y abundancia de lecturas bíblicas, recuperación de las preces de los fieles, simplificación de ritos y reparto de ministerios.
No es ya cuestión de asistir mudos a la misa que celebra el sacerdote, sino de participar activamente en la celebración, cuyo sujeto central es la asamblea, presidida ciertamente por un ministro adecuado. La celebración ha mejorado enormemente, sobre todo en las comunidades de base” (Casiano Floristan, de Domingo a Domingo).
San Agustín llama a la Eucaristía: sacramento de amor, símbolo de unidad, vínculo de caridad.
-Signo de unidad: San Agustín: «Nuestro Señor ha puesto su cuerpo y sangre en estas cosas -el pan y el vino- que, de múltiples que son en sí se reducen a una sola, porque el pan, de muchos granos, se hace una sola cosa; el vino se forma de muchas uvas, que hacen una sola sustancia».
-Vínculo de amor: Sin la comunión no habría amor a los demás. Cada comunión debe hacernos crecer en el amor a los otros. El otro debe ser nuestra hostia diaria. La Eucaristía debe crear en nosotros la decisión consciente de ir hacia los otros y entregarnos a ellos.
Creemos que al comulgar hacemos a Cristo cosa nuestra, cuando la verdad es otra. Al comer a Cristo somos comidos por Él. Y la Eucaristía falla cuando comulgamos, no cuando somos comulgados. «Como es fuente de vida el Padre que me envió y yo vivo por el Padre, del mismo modo, el que me come vivirá por mí» (Jn.06,58). “San Agustin Sacraento de Amor
(Fuente: Padre Alexander Diaz/padrealex.blogspot.com/monumentocity.com)